martes, 6 de marzo de 2012

Violencia Emocional en el Matrimonio

La violencia se define como un acto intencional, dirigido a dominar, controlar, agredir o lastimar a alguien más. Casi siempre es ejercida por las personas que tienen el poder en una relación, como el padre y/o la madre sobre los y las hijas, los y las jefas sobre los y las empleadas, los hombres sobre las mujeres, los hombres sobre otros hombres y las mujeres sobre otras mujeres, pero también se puede ejercer sobre objetos, animales o contra uno mismo.



La violencia es un acto que, ya sea que se dé una sola vez o se repita, puede ocasionar daños irreversibles. Implica un abuso del poder mediante el empleo de la fuerza, ya sea física, psicológica, económica o política.



La violencia se ejerce de diferentes maneras, desde una ofensa verbal hasta el homicidio. Existen cinco tipos de violencia: verbal, emocional, económica, física y sexual. Es importante aclarar que estas diferentes manifestaciones de la violencia se pueden ejercer al mismo tiempo en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana.



“La violencia emocional consiste en enviar mensajes, con palabras y gestos, o manifestar actitudes de rechazo, que deterioran la imagen y el valor del otro”. Es la forma de violencia que resulta más dolorosa porque destruye los sentimientos y la autoestima del cónyuge, haciéndolo dudar de sus capacidades, limitando sus habilidades para relacionarse con otros y causando confusión.



La violencia emocional verbal es el uso de palabras para insultar, humillar y ridiculizar al otro. Otras veces se usa para tratar inadecuadamente de convencer al otro de sus equivocaciones. Incluye actos como: Amenazar: Promete ejecutar acciones si el otro intenta oponerse “Si no vas conmigo, habrá consecuencias”; Degradar: Disminuye el valor de la persona por medio de frases como: "Eres una estúpida", “Mira con quien me casé”, "Te portas como una niña", “Tu no eres capaz”, “Le hubiera hecho caso a mi mamá”, o con frases sutiles como: "No te preocupes, yo sé que tu no puedes hacerlo mejor”, “Disculpa tú no sabes nada de este tema"; Despreciar: Consiste en hacer sentir al otro como un objeto sin valor, burlándose, poniéndole sobrenombres o dirigiéndose al cónyuge de manera despectiva; “Feíta”, “Estás loca”, “Tan bobo”, “Ella es una fierita”, “Tan intenso”, “Mi tormento”. Este tipo de violencia se intensifica en momentos de conflicto al combinarse el dolor, el desacuerdo, la decepción o al querer imponer las ideas del uno sobre el otro.



La violencia emocional no verbal es aquella que se manifiesta con actitudes corporales de agresión como miradas de desprecio, muestras de rechazo, indiferencia, silencios y gestos insultantes para descalificar a la pareja. La mayoría de las veces sin explicaciones. Se lleva a cabo mediante actos que a veces son muy difíciles de reconocer como violentos: desprecio por sus ideas, no tomar decisiones juntos, evitar contactos sociales con el otro, criticar su aspecto personal, la falta de estimulo, la ausencia de palabras cariñosas, el autoritarismo, la disminución de la intimidad sexual, la desconfianza.



El abuso emocional es un patrón repetido de relación no saludable entre adultos, que llega a producir, en las ocasiones más dramáticas, daños irreversibles.



Se le conoce también como “violencia invisible”, porque no es vista desde fuera, y, en muchas ocasiones, tampoco es percibida por la propia víctima.



El abuso o violencia emocional, puede llegar a ser mucho más dura que un golpe físico y, jurídicamente, puede ser considerada como una violación de los Derechos Humanos, y puede producirse por un hacer o un no hacer, porque lo que es claro es que la omisión, supone abandono, y éste, también es maltrato.



La violencia emocional, pone en riesgo la salud física y mental del que la sufre y priva de libertad psíquica al que la padece, produciendo en ocasiones grandes daños.



El perfil típico del abusador, presenta un conjunto de rasgos y características que son claramente identificables, y como elementos más destacables podemos señalar los siguientes:



a).- Rasgos paranoides, psicopáticos o sádicos con tendencia a desarrollar burlas y violar la intimidad del otro, al que persigue. No es infrecuente que intimide, amenace o chantajee de forma permanente. En ocasiones se producen abusos con la palabra, el silencio o la obra en manifestaciones variadas de violencia psíquica.



b).- Descalifica, con frecuencia, al otro cónyuge, tanto intelectualmente, como físicamente.



c).- Critica las actitudes sociales del otro miembro de la pareja, su desarrollo de las tareas domésticas, así como su modo de criar los hijos.



d).- Episodios de violencia acompañados por insultos, golpes, destrozo de objetos de mobiliario doméstico, portazos y salidas del domicilio con crisis de llanto, seguidas de arrepentimiento y nuevas promesas de cambio.



e).- El abusador es mentiroso, utiliza como mecanismo habitual las trampas, envía mensajes de carácter contradictorio y pone en peligro la comunicación constantemente.



f).- Tiene un comportamiento completamente distinto ante la familia, en la intimidad y en público, generando en el abusado, normalmente, situaciones de confusión.



g).- Malhumor permanente, motivado, según él por problemas laborales, sociales, económicos, o de salud, sus promesas y expectativas se ven frustradas sistemáticamente.



h).- Abandona al otro miembro de la pareja con indiferencia sexual, ausencias prolongadas del domicilio, se niega a acompañarle o a ser acompañado.



PERFILES QUE HAY QUE RECONOCER



Los victimarios:

- Pueden ser hombres o mujeres y suelen ser personas autoritarias.

- Egocéntricas y egoístas.

- Miedosas.

- Sienten y hacen creer que son omnipotentes.

- Son excelentes simuladores: pueden ser personas violentas en casa pero educados y respetuosos en el ámbito laboral o social.

- Entre sus antecedentes tienen siempre momentos o situaciones en las que fueron maltratados o testigos de actos violentos. Generalmente en la infancia. i



Las víctimas:

- Son sometidas y serviciales.

 - Resignadas y demandantes.

- Insegura y abnegadas.

- Son muy dependientes.

- Tienen baja autoestima.

- Se sienten indefensas.

- No pueden responder por sí mismas, dudan de ellas mismas.

- Aceptan el esquema de dominación porque así le enseñaron y lo asimila como normal. Sin embargo, cuando comienzan a notar la violencia en el otro pueden creer que están perdiendo la razón.







Otro factor que puede provocar conflictos en la pareja es la misoginia. Es esta una forma de poderío patriarcal en la que el hombre siente la necesidad de controlar a las mujeres, haciéndolo de manera agresiva, valiéndose de diferentes medios (tales como la intimidación y la crítica) para rebajar a la mujer, socavando su confianza en sí misma y manteniéndola en una situación de inestabilidad con sus cambios impredecibles del humor, comportándose desde la manera más encantadora hasta la cólera desaforada.



Cuando aparecen los primeros incidentes de misoginia, muchas veces las mujeres racionalizan el comportamiento de su pareja pensando que algo externo lo ocasionó y piensa que es algo eventual, aunque a nivel emotivo comienza a sentir los aspectos desagradables de su pareja. Otro mecanismo que impide a la mujer darse cuenta pronto de que está con un misógino es la mezcla de comportamientos de su pareja, de cólera y crítica con comportamientos cautivadores que se dieron en un inicio de la relación. Con respecto a la racionalización, también puede darse que la mujer comience a culparse a sí misma por los comportamientos contradictorios del misógino, además él refuerza esta creencia recordando a su pareja que él siempre sería encantador si ella no se comportara de tal o cual manera.



Conforme avanza la relación, los comportamientos se van presentando con mayor frecuencia y se intensifican, provocando a su vez que la imagen que cada miembro de la pareja tenía con respecto al otro, se vaya deteriorando pero la relación se sigue manteniendo debido a esa mezcla en el comportamiento del misógino, y también por las conductas sumisas de su compañera. Termina la luna de miel, pues ella creía que él era el hombre ideal y el misógino creía que su compañera debía ser perfecta, cubrir todas sus necesidades y cumplir sus deseos.



DIVORCIO POR VIOLENCIA.



No todos los divorcios producen consecuencias negativas; en muchos casos el divorcio es la forma de terminar con una relación que daña y afecta no solo a las partes sino también a las hijas/os, transformándose así en la oportunidad de una auténtica liberación. La libertad recién adquirida y el cambio de rutina pueden ser positivas, una oportunidad de reiniciar una vida relativamente libre de conflictos. Hay, además, otros dos aspectos del divorcio que se pueden tomar en cuenta:

1).- La oportunidad de recuperar el control de la vida, y

2).- La seguridad de que uno puede defender los intereses de sus hijas/os sin el miedo a continuar en una relación de abuso o bajo la tensión de los conflictos.



Se entiende por divorcio voluntario, aquel en el cual los cónyuges están de acuerdo en disolver el vínculo matrimonial y para ello celebran un convenio que someten a la consideración de un Juez.



Por su parte, el divorcio necesario es aquel que puede pedirse por uno de los cónyuges cuando el otro ha incurrido en alguna de las causales enunciadas por los Códigos Civiles para tal efecto.



Ahora bien, dentro de lo que se conoce como divorcio necesario, existe, entre otras, una clasificación que depende del tipo de causal de divorcio, esto es, el divorcio remedio y el divorcio sanción.



Se entiende como divorcio remedio, aquel que se ejerce con fundamento en una de las causas, cuya naturaleza es la protección a favor de los cónyuges o de los hijos, contra enfermedades crónicas e incurables que padezcan uno de los cónyuges, que sean además contagiosas o hereditarias.



Por su parte, el divorcio sanción, es el que se ejerce con fundamento en una de las causales que señalan un acto ilícito o bien un acto contra la naturaleza misma del matrimonio.



Ahora bien, el divorcio sanción, como su nombre lo indica, trae algunas consecuencias para el cónyuge que es declarado culpable, entre otras y de manera sólo ejemplificativa:



1. La pérdida de la patria potestad sobre los hijos.

2. La obligación de pagar alimentos al otro cónyuge y naturalmente a los hijos menores de edad o incapacitados.

3. La obligación de pagar al cónyuge inocente los daños y perjuicios que le produzca el divorcio.

4. La obligación de devolver las donaciones hechas a su favor por concepto del matrimonio.     



El divorcio que se ejerce con fundamento en la causal de violencia intrafamiliar, es de los descritos como divorcio sanción, en donde es necesario acreditar la conducta ilegal cometida por uno de los cónyuges.



Por tanto, la declaratoria de culpabilidad no trae como única consecuencia la disolución del vínculo matrimonial, sino sanciones inherentes a dicha declaratoria.



En una demanda de divorcio necesario cuya causa de disolución sea violencia intrafamiliar, se deben precisar las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que ocurrieron los hechos.



Lo anterior, ya que si se considera que el divorcio basado en la causal de violencia intrafamiliar es de los denominados divorcios sanción y, que como se dijo, la declaración de cónyuge culpable no sólo trae como consecuencia la disolución del vínculo matrimonial, sino también la condena al declarado culpable a otras cuestiones (pérdida de la patria potestad, condena a pagar alimentos, etcétera), se debe garantizar el derecho del demandado a defenderse, esto es así, ya que la obligación del cónyuge accionante a narrar en su demanda las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que ocurrieron los hechos que sirven de sustento para la disolución del vínculo, permite al demandado preparar su defensa de manera eficaz, ya que tendrá los elementos para elaborar su contestación y, en el momento procesal oportuno, la posibilidad de desvirtuar los hechos concretos que se le imputan con los medios de prueba que considere idóneos.



Porque considerar que el accionante pudiera narrar en su demanda sólo ciertos datos, hechos o acontecimientos vinculados con la violencia familiar, sin que deba hacerlo de forma pormenorizada, precisando las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que acontecieron y, posteriormente, subsanarse las omisiones de la demanda cuando en el periodo probatorio se acrediten conductas de violencia intrafamiliar, dejaría en estado de indefensión al cónyuge demandado, ya que no tendría en dicho periodo la oportunidad legal de preparar su defensa de conformidad a sus intereses.



Además, dentro de un procedimiento contencioso, el actor, primero debe narrar los hechos y, posteriormente probarlos, por lo que la circunstancia de que en la demanda de divorcio necesario fundada en violencia intrafamiliar se deban narrar las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que ocurrieron los hechos, permite que las pruebas se ofrezcan y rindan en relación precisa con la litis establecida.



Aunado a lo anterior, las pruebas son el instrumento que tienen a su alcance las partes, para acreditar los hechos materia de la demanda, por tanto, el periodo probatorio es el lapso donde se pueden aportar y desahogar pruebas con ese fin, pero en ningún caso en dicho periodo y con dichos instrumentos pueden subsanarse las omisiones de la demanda.



Asimismo, la narración precisa, esto es, describiendo las circunstancias de tiempo, modo y lugar de los hechos imputados, permite al Juez natural analizar las cuestiones de procedencia de la acción.






domingo, 4 de marzo de 2012

Para tomar en cuenta antes del divorcio.



LA DECISIÓN DEL DIVORCIO.



Cuando un hombre y una mujer deciden contraer matrimonio lo hacen por diversas razones. La principal es el amor y comprensión que debe existir en la pareja. No obstante, en ocasiones, por diversas causas -entre ellas la falta de comunicación-, el matrimonio atraviesa por momentos de crisis.



Hay momentos en que la pareja o se la pasa discutiendo por tonterías o llegan al extremo de guardar un silencio que no trae ningún beneficio a la relación. Muchas de las dificultades surgen por problemas económicos, otras veces la falta de comunicación, de comprensión dentro de la pareja, la no expresión de emociones, entre otros.



Entre las causas más comunes que llevan al divorcio son las siguientes:



1. La infidelidad: Casi un tercio de los divorcios se incluyen en esta categoría y más de la mitad de los matrimonios rotos han experimentado algún tipo de adulterio. Muchas infidelidades son ocasionadas por resentimientos o por aburrimiento sexual.



2. Falta de comunicación: la incapacidad de mantener una conversación significativa es una vía rápida hacia la interrupción de la comunicación en los matrimonios. En algunos casos, el cónyuge puede ser verbalmente abusivo. En una situación como ésta, lo mejor es buscar ayuda profesional.



3. Abuso físico, psicológico o emocional: Las señales de abuso físico incluyen la violencia, las peleas, maltratar físicamente. El maltrato psicológico y el abuso verbal puede consistir en insultos verbales, burlas, humillación, la intimidación y el refuerzo negativo constante.



4. Problemas económicos: La escasez de dinero, los gastos excesivos, el derroche son algunos dilemas que pueden ocasionar la ruptura de la familia.



5. Líos en la intimidad sexual: El exceso de trabajo, las enfermedades, la cotidianidad y la disminución de la pasión sexual son aspectos que influyen en la cama y aumentan la incompatibilidad de la pareja.



6. Las diferencias religiosas y culturales: La falta de comprensión y de disposición para una sana convivencia entre las parejas de diferentes culturas, etnia o religión provoca que terminen apegados al conformismo y de esa forma le dan paso al resentimiento.



7. La educación de los hijos: Los diferentes opiniones sobre cuestiones tales como dónde enviar al niño a la escuela o cómo hacer frente a un comportamiento específico son motivo suficiente para iniciar un procedimiento de divorcio.



10. Las personalidades adictivas: Una adicción se define como cualquier comportamiento realizado compulsivamente, por lo que va más allá de las drogas y puede extenderse a la alimentación, el juego, internet, entre otros. Estas adicciones pueden obstaculizar la funcionalidad y es otra razón para el divorcio, ya que afecta a las prioridades del matrimonio.



10. Las expectativas no se cumplen: Esto es cuando una persona se da cuenta de lo diferente que su cónyuge es realmente. También puede ser una situación en la que las prioridades cambian drásticamente debido a un cambio en los intereses, problemas médicos graves o muertes en la familia.



Para los psicólogos, la separación y el divorcio son alternativas por las cuales puede pasar la pareja en un momento dado de su vida. Lamentablemente, existen circunstancias que, en ocasiones, escapan al control emocional y racional de los cónyuges y la separación y/o el divorcio, se convierten en herramientas que pueden evitar un mal mayor.



La intensidad de las emociones, el dolor, las ofensas, el rencor y otros sentimientos provocan un daño profundo en la  pareja difícil de recuperar. Por otro lado, la victimización de los hijos atrapados en la "batalla conyugal", produce deterioros psicológicos irreparables en la psiquis de los menores.



La decisión de deshacer la pareja constituye un momento crucial en la vida matrimonial y familiar. Cuando una convivencia termina ambos implicados tienen que replantearse un proyecto de vida compartido hasta esa fecha, cambiar los esquemas de ese proyecto y ese análisis puede tener efectos tanto negativos como positivos, tanto en ellos como en los más afectados, los hijos.



Las relaciones co-dependientes son una manera de relacionarnos en pareja de forma patológica y puede tener graves consecuencias como violencia, automutilación, suicidio, etc.



Se trata de un trastorno adictivo en donde existe la presencia constante de agresión emocional, psicológica y física; en donde el objeto que provoca la adicción es la relación de pareja. El objetivo de esta relación es llenar un vacío en el sujeto que la padece.



La codependencia consiste en estar total o casi totalmente centrados en una persona, un lugar o en algo fuera de nosotros mismos. La codependencia se caracteriza por una negación inconsciente de nuestras emociones. La negación es una respuesta humana natural a situaciones a las que no podemos hacer frente o que no podemos permitirnos sentir. Se origina en la niñez, dentro de un ambiente familiar no sano.



En la dependencia emocional, el sujeto es controlado por su necesidad de la otra persona, y el intenso miedo a la pérdida y a la soledad contaminan el vínculo establecido en la pareja.



¿Qué es lo que se experimenta en una relación destructiva?



Lo que se experimenta es un ciclo vicioso resumido en tres palabras: Tensión – maltrato – reconciliación, la víctima llega a confundir las agresiones con el amor debido a su gran dependencia, tienden a sentirse culpables si su pareja las amenaza u ofende pues creen ser ellas quienes han provocado su irritación, lo disculpan y recapitulan ese ciclo vicioso del maltrato y reconciliación



¿Qué podemos hacer ante esta situación?



El abuso no debe ser justificado ni perdonado, pues si aceptamos el perdón y accedemos a la reconciliación lo único que estaríamos garantizando será recibir una próxima agresión física o psicológica. Es importante romper este ciclo de maltrato-reconciliación, sé fuerte y busca ayuda no pierdas tu salud mental. Si no tienes la posibilidad de acudir a un psicólogo privado acude a centros de autoayuda de tu localidad… lo importante es romper el silencio pues mantener esta situación en secreto otorgará más poder a quien nos maltrata así que desahógate con alguien de confianza y no te dejes guiar por pensamientos depresivos.



El deseo sujetar a la otra persona y controlar nace, de problema de personalidad llamado codependencia; pues esto indica que a uno de los integrantes de la pareja le cuesta hacerse responsable de sí misma, siempre estás mendigando el cariño y/o aceptación del tu pareja y si no eres correspondido comienzan las tensiones cariño y aceptación; haces cosas por agradar a los demás y te vuelves obsesiva y compulsiva en tus relaciones. Casi como norma las personas codependientes eligen inconscientemente como pareja a personas disfuncionales con quienes mantienen relaciones conflictivas, donde una tontería produce una manipulación: si no me maltrata, ya no me quiere (son fuertes estas palabras, pero ciertas).



Las relaciones disfuncionales, violentas y conflictivas se caracterizan por inmadurez y egoísmo de parte de las dos personas, las relaciones pasionales basadas en el conflicto son adictivas; en ocasiones, cuando uno de los miembros tiene posibilidad de sostener una relación normal y tranquila se siente aburrido y sin estimulación, pues necesita las emociones fuertes.



McWade hace una diferenciación entre la definición los consejos para mantener la cordura durante un divorcio, según si se es la persona que inició el divorcio o no.  El estado emocional y las perspectivas son muy diferentes según en el lado que uno esté, estas son algunas sugerencias para cada perspectiva.



Para la persona que inicia el divorcio:



1.- Darse cuenta de que se está emocionalmente más avanzado que la otra parte. Por lo general, el cónyuge que haya iniciado el proceso ha considerado esta decisión durante algún tiempo antes de que anunciarlo a su cónyuge.



2.- Recordar que el rechazo es siempre una experiencia negativa. A pesar de que puede haber habido debate sobre el hecho de que el matrimonio no esté funcionando bien, la esperanza de mejorar en el futuro suele estar presente y el anuncio inicial del divorcio se vive como un shock.



3.- Anticiparse a los cambios. Su pareja tendrá sus propias necesidades, por lo que ninguno consigue todo lo que quiere. La expectativa de que la vida será la misma después de divorcio, con la excepción de que la pareja ya no estará presente, no es realista. Para matrimonios de mayor duración, las propiedades se repartirán y el tiempo de los niños será compartido con el otro progenitor. Y los niños tendrán sus propias formas únicas y sorprendentes de reaccionar.



4.- Estar preparado para emociones contradictorias. El divorcio es una transición en la vida con grandes sorpresas a lo largo del camino. Incluso si una persona quiere el divorcio, los sentimientos de pérdida son inevitables. Las personas que ya esté inmersas en una nueva relación puede que no se den cuenta de esto al principio, pero deshacer una relación significativa es doloroso.



5.- Permitir que los hijos se adapten a la separación durante al menos un año antes de introducir a una nueva pareja. Introducir a una nueva persona antes de que el acuerdo de separación se ha firmado puede causar estragos en las negociaciones del divorcio y va a ser doloroso para los niños. La felicidad del adulto implicado acerca de la nueva persona en su vida no significa que los niños también serán felices con ello.



 Para la persona que NO  inicia el divorcio:



1.- Entender que su pareja ha tenido tiempo para hacerse a la idea del divorcio, después de haber pensado mucho antes de anunciarlo. Uno puede preguntarse cómo la otra parte puede estar bien cuando uno se siente tan mal, pero mejorar es solo cuestión de tiempo.



2.- Tener en cuenta que los hombres y las mujeres se divorcian de manera diferente. Los hombres son pragmáticos. Por lo general, se centran en conseguir el mejor acuerdo que puedan obtener. Las mujeres experimentan el acuerdo como un indicador del valor que tienen para su pareja. A menudo les sorprenden y afectan las propuestas de su pareja.



3.- Concentrarse en uno mismo y evitar lo más posible complicarse preguntándose cómo está la otra parte, qué hace, con quién está, etc. Esto dará lugar a sentirse víctima y a depresión. Centrarse en su lugar en lo que uno puede hacer por sí mismo y por sus hijos. Leer un libro, escuchar música, hacer ejercicio, leer cuentos a los niños, hacerse voluntario de una organización, etc. No se aislarse. Unirse a grupos en los que se compartan intereses, probar cosas nuevas.



4.- Recordar que los niños le necesitan. Ellos todavía necesitan progenitores que funcionen incluso si uno está muy enfadado o triste. Comunicarles  que su malestar es temporal y que pronto se sentirá mejor. Eso les dará esperanza de que el futuro será mejor. Cuidar de sí mismo y encontrar apoyo. Llamar a instituciones locales para encontrar un grupo de apoyo de divorcio. Leer la literatura de apoyo.



5.- Tratar de no hablar mal de la parte que se fue. Un error común es que el que abandona la casa, abandona tanto al cónyuge y como a los hijos. Por lo general, esa interpretación no es correcta y perjudica a los niños. La persona ha dejado el matrimonio, no a los niños y, de hecho, ni siquiera a su cónyuge por completo. La relación ha cambiado, pero una relación de co-parentalidad durará para siempre.



Algo que resulta evidente es que si el amor entre las parejas no funciona, se hace aceptable e incluso necesario el divorcio. Sin embargo, el hecho de que una pareja se rompa, no tiene por qué desencadenar en ningún momento una serie de conflictos y problemas añadidos, capaces de dificultar enormemente todo el proceso que se debe llevar a cabo para resolver este problema sentimental y familiar.



Lo ideal, cuando se termina el amor entre una pareja, es que cada cual tome su rumbo a través de un divorcio sano y de mutuo acuerdo, dando muestras de madurez y de coherencia y conciencia ante los hechos, lo que repercutirá positivamente en la imagen de los padres ante sus hijos.